Al igual que en las regiones amazónicas, la selva peruana, en general, no solo guardan en su seno ingentes recursos naturales, sino también – por fortuna - un valioso patrimonio turístico que, hoy por hoy, concitan la atención a propios y extraños. Y precisamente, en las subsiguientes líneas nos ocuparemos, aunque ligeramente, de uno de los principales atractivos turísticos de la floreciente ciudad de Tingo María.
Imponente, soberbia, majestuosa y con otros adjetivos más, se podría calificar a lo que en la margen izquierda de la calurosa ciudad. Surge en medio de una frondosa vegetación como la suma de cerros que, en conjunción armoniosa, dibujan la figura de una bien delineada mujer. Sin lugar a dudas, en detenida observación, más de uno ha sintetizado su admiración con dos palabras: ¡qué maravilla! Y es que razón no falta, pues, en nuestra amazonía, que yo sepa, es la única en su conformación geográfica. Los pobladores del RUPA RUPA, seguramente, ya la están reconociendo. Y es que por estar tan emparentados a ella, no es necesaria mayor presentación de quien, en silencio, las custodia. Su exótico nombre, a decir verdad, ha rodado por las principales agencias turísticas del país como del mundo.
De nombre y apellido solo le han servido dos palabras: BELLA DURMIENTE. Cuál si fuera un emblema local, es popular el siguiente adagio: “Tingo María es selva”. Pero también a ello se debe agregar: Tingo María es la ciudad de la Bella Durmiente, pues, el hablar de uno es, a su vez, mencionar el otro y, por tanto, son identificables como la sinónima literal.
Pero, ¿qué es la Bella Durmiente? Por un lado, es uno de los principales recurso turístico con que cuenta Tingo María y que, como es visible, está formado por un conjunto de cerros cuyas cumbres, en simetría admirable, trazan la silueta de una bella mujer que echada de espaldas, duerme con fija mirada al infinito espacio. Y, por otro lado, es un atractivo físico recreacional que mediante Ley N°. 15574 del 14 de mayo de 1965, forma parte integrante del Parque Nacional de Tingo María.
A no dudar, el viajero advertido se habrá formulado muchas preguntas como estas: ¿Desde cuándo data el origen o “partida de nacimiento” de aquella pétrea mujer?, ¿cómo fue engendrada?, ¿Quién o quienes la descubrieron y/o la bautizaron? ¿Qué misterio envuelve su verde manto? Y en fin, en el observador agudo, son muchas las preguntas que la curiosidad despierta.
El origen de la Bella Durmiente, sin duda, se pierde en la lejanía de los tiempos, pues, habría visto la luz del mundo en los mismos árboles de la humanidad. Y, por otro lado, si tenemos en cuenta la imagen que todo fenómeno geográfico ofrece, nuestro personaje no es más que el engendro de un accidente o hecho circunstancial de la misma naturaleza. Sin embargo, no han faltado y no faltarán quienes atribuyen su origen a una mano por demás suprema. Al respecto, la imaginación popular ha creado la leyenda de la la princesa Nunash que, a nuestro juicio, está preñado de hechos que lindan con la veracidad y, por lo tanto, no es fuente meritable para darle validez absoluta.
Y es que como se sabe, el ingenio popular no solo puede tejer leyendas, sino también mitos, cuentos y otros géneros literarios que suplen la misteriosidad de un hecho. Y hablando de géneros literarios, son expresivos los versos del señor Segundo Alva Obando, publicados en el N° 46 de “PURA SELVA” y que, con singular acierto, empieza así:
Y en lo que a su denominación respecta, hemos llegado a establecer una versión que resulta irrefutable, pues, las indagaciones en fuentes orales como escritas, así lo atestiguan. Es al poeta Augusto Gayoso Picón a quien se le atribuye la paternidad en la designación del nombre de Bella Durmiente. Sobre el particular, traemos a colación algunos testimonios periodísticos.
En su edición del viernes 24 de enero de 1969,“El Comercio”, en alusión a la foto que publican, consigna una nota que dice: “caprichosa conformación de cerros que fue bautizada por el poeta huanuqueño Augusto Gayoso , como la bella durmiente, por su semejanza a una esbelta mujer”. Del mismo modo, en la “Guía Centenaria de Huánuco”, editado también el 1969, a la letra se lee: se asegura que el poeta huanuqueño Augusto Gayoso Picón fue uno de los primeros mortales que descubrió a la pétrea “Bella Durmiente” …. Y finalmente, en el N°. 5 de la revista “Huánuco, Voz Departamental” aparecida en 1979, se afirma que Gayoso Picón la descubrió cuando se encontraba trabajando en la carretera Huánuco - Pucallpa.
No cabe duda, entonces, que fue el laureado vate quien, en poética inspiración, bautizó a nuestro personaje con tan singular nombre con la que se le conoce y reconoce en todos los confines. Pero, ¿cómo llegó Gayoso por esos lares?, ¿Cuándo y en qué circunstancia descubrió y bautizó a su “BELLA DURMIENTE”? Pudo, acaso, ponerle otro nombre como, por ejemplo, “la Bella Dormida en el bosque”, ¿cómo fue su gestión, en 1974, como alcalde de Tingo María? Estas y otras preguntas serán abordadas en una próxima nota. Mientras tanto, sigamos con la megalítica ahijada.
Dada su delicada configuración paisajística, la “Bella Durmiente” ha sido y seguirá siendo, sin duda, inagotable fuente de inspiración y por ello, el escritor, el poeta, el pintor, el músico y otros intelectuales más, no han resistido el embrujo de dedicarle su atención. Ya sea en el papel, en la tela o en el disco, no poco es la producción que hablan del color, sabor y la selvática bondad de su belleza.
Entre los versos que se han publicado, son de muy buena factura las poesías de nuestros autores locales como Augusto Gayoso Picon, Luis Rivera Tamayo, Teresa González de Ruiz y últimamente de Segundo Alva. Entre las composiciones musicales, es notable el vals de Ubaldo Fernández. Y en lo que a pintura respecta, el consagrado pincel del artista nacional, Mauro Aquino Albornoz, ha impregnado en sus cuadros la exquisita figura de nuestro personaje a quien, con admirable estética, le ha hecho pensar en exposiciones pictóricas.
Nos preguntamos: a más de significar el encanto de una bella conformación geográfica, ¿qué representa la “Bella Durmiente para Tingo María”?, ¿alguien podría descifrar lo que sueña en su milenario descanso?, ¿sueña, acaso, en el desarrollo integral de su pueblo al que no puede mirar de frente? La respuesta la tienen, en sereno juicio, los gobernantes y gobernados de esa urbe tropical.
Finalmente, Tingo María tiene en la “Bella Durmiente” un gran recurso turístico que, como pocos, lo hace un pueblo muy singular en el concierto de las poblaciones de la selva alta del Perú.